Y volvieron a encenderse las luces, y se abrieron las ventanas, y sonó el timbre, y se abrió la puerta; y llegaron ellos y ellas, con ganas de verse, de contarse, de seguir el camino. Nada les parecía extraño, sólo cambiaba el sitio, pero todo era familiar; por eso, no dudaron en arrancar, enlazando lo nuevo y desconocido, con lo familiar y ya vivido.
Y así, empezamos a construir de nuevo, la maraña de ideas que es nuestra vida de aula, donde se entrecruzan experiencias, aprendizajes, y donde lo que va llegando, es capaz de enlazarse con lo que ya estaba.
Sencillo volver cuando para ellos y ellas, el tiempo es como si no hubiese pasado...
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