sábado, 17 de enero de 2015

DESCOMPOSICIÓN DE LA COMIDA.

Una vez que estamos ya en el estómago, es interesante seguir investigando y resolver todas las dudas que nos van surgiendo y que en un principio, no nos preocupaban. Utilizamos de nuevo los libros para seguir descubriendo cosas sobre nuestro cuerpo, y volvemos a relacionarlo con el entorno, valorando la conexión tan estrecha que existe entre el ser humano y todo lo que le rodea. Esto nos ayuda a conocernos mejor y a asumirnos como seres sensibles al mundo en el que vivimos; hablamos de comida tóxica, de comida en mal estado, aquella que nos puede perjudicar. Surgen inquietudes sobre cómo se pudre la comida y para poder hablar con más propiedad, traemos a clase diferentes alimentos y vamos apreciando su deterioro. Hablamos de lo efímero de algunos alimentos como el plátano o la manzana, que comienzan a estropearse rápido, y como siempre, lo asemejamos a nuestra propia vida.
A la vuelta de las vacaciones de Navidad, seguimos curioseando por nuestro cuerpo y terminamos el tubo digestivo en el culete; ¿qué sucede ahí? En un principio, nos resulta algo asqueroso hablar de caca, pero poco después, se transforma en algo muy divertido; las mil maneras que hay de llamarla, su color, su olor, su composición, son los temas de los que hablamos, aportando hipótesis y comprobándolas en nuestros libros.
Aprendemos que todos los animales hacen caca y esto nos resulta llamativo; ¿cómo será la caca de un caballo, una araña o un delfín?. Buscando siempre el máximo en todo, nos preguntamos cuál será la caca más grande del mundo. Esto nos permite hablar de kilogramos, algo que en un principio, nos resulta desconocido cuando lo leemos en un libro; hacemos comparaciones entre el kilo que pesa la caca de un adulto y los 36 kgs que llega a pesar la caca de un elefante. Hablamos de cantidades y para comprenderlas mejor, recordamos experiencias; Ángela asocia el kilo con las pesas del gimnasio al que fuimos. Pero, ¿y los 36 kgs? Introducimos en la clase la báscula (el pesador, como ellos dicen) y lo utilizamos; nos vamos pesando, pero ninguno llegamos a 36 kgs y la seño se pasa. Queremos vivenciar qué son 36 kgs, así que como no tenemos la caca de elefante, usamos nuestro propio cuerpo, esta vez por parejas; tras varios intentos, nos alegramos al descubrir que Ainhoa y Mar, juntas, pesan dicha cantidad. Y para comprobar cuánto pesa eso, intentamos cogerlas, levantarlas del suelo; nos damos cuenta de que es complicado y de esta forma, nos hacemos una idea, no sólo de la caca de elefante, sino también de cómo deben ser sus dimensiones.
La caca de nuestro cuerpo nos ha llevado a hablar de kilos y a utilizar un nuevo aparato, la báscula; aprendizajes que están relacionados, vivencias que nos ayudan a avanzar, grupo que continúa.
Todo nos sigue interesando, todo nos resulta atractivo, y todo nos permite conocernos. DESCOMPOSICIÓN DE LA COMIDA. on PhotoPeach

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