Ahora, es el momento de empezar a identificar y reconocer las emociones que sentimos cuando nos enfrentamos a la vida.
La felicidad es una de ellas; fácil de reconocer y de asumir. Nuestros niños y niñas la asocian a situaciones y momentos que les producen placer; nos gusta estar felices, y para estarlo aún más, creamos nuevos espacios en nuestro colegio. Construímos La pared de los seres queridos, con fotos de las personas que estimamos, para presentárselas a nuestros compañeros y compañeras y para tenerlos muy presentes, cuando estamos en el cole. Son personas con una vida que se cruza con la nuestra en el momento en el que les ponemos cara; quién sabe...seguro que llegaremos a conocerles en persona.
La tristeza, sin embargo, es una emoción más difícil de aceptar; es como si nos diese pudor asumir que estamos mal, que algo nos afecta y que nos perturba. Nuestros niños y niñas no son capaces de poner ejemplos reales, así que decidimos identificar la tristeza en otras personas para comprenderla y poco a poco, ir aceptándola en nosotros mismos.
¿Y qué hacer cuando estamos tristes? Los demás nos pueden ayudar mucho; un beso puede aliviar toda la pena. Construímos nuestra pared de los besos, y la llenamos para recurrir a ella cada vez que necesitemos un beso de alguno de nosotros.
Seguiremos profundizando en nuestras emociones; reconociéndolas, aceptándolas, buscando las que nos hacen sentir bien y superando las que nos hacen sentir mal.
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