domingo, 23 de marzo de 2014

UN CHARCO PARA NUESTRAS HUELLAS.

Retomando el tema de nuestras huellas, recordamos que en superficies como la arena mojada, conseguíamos plasmarlas; pero sin embargo, en otras como el agua, no.
Nos preguntábamos cómo poder hacer huellas y nos dimos cuenta de que las huellas salían de nuestro zapato, pero que necesitábamos una superficie que nos permitiese reflejarlas. Se nos ocurrió que podríamos hacerlo mojando nuestro zapato en un charco de agua, pero tuvimos tan mala suerte que durante estos días, no estaba lloviendo. Ni cortos ni perezosos, decidimos construir nuestro propio charco; antes de hacerlo, se hace importante llegar a una misma idea de lo que es un charco para que todos y todas estemos de acuerdo. Hablamos de agua, de barro, de arena y de agujeros; decidimos que nuestro charco será grande y redondo, y deberemos caber todos. Lo haremos en la arena del patio y usaremos palas para cavar y cubos para llenarlo.
Para no equivocarnos, plasmamos en papel las decisiones tomadas; sobre la marcha, descubrimos nuestros errores, y los solucionamos buscando otras opciones. Utilizando nuestro cuerpo, comprendemos qué dimensiones debe tener el charco para que todos podamos caber dentro.
Nos surge un tema importante, y a la vez, complicado: la profundidad.
-Blanca: que no tenga mucho agua, que el director nos puede reñir porque cuando los niños salgan, se pueden resbalar.
-Ángel Minuesa: que se vayan por otro lado.
-Blanca: la ropa de invierno se mancha porque llega hasta aquí (se señala el tobillo)
-Ángel Montaño: entonces, el agujero que no sea profundo, porque nos manchamos la ropa.
-Carmen: yo no me puedo mojar.
-Ángel Montaño: tiene que ser un charco plano.
Para que todos entendamos qué es eso de plano, comparamos un charco con una piscina, un espacio conocido por todos: el charco no nos mojará la ropa, sólo los zapatos; no necesitaremos manguitos; no nos podremos hundir. Construimos el concepto de profundidad con nuestras experiencias y echando mano de lo que ya sabemos.

CÓMO LO QUEREMOS. on PhotoPeach
Ahora que todas las decisiones ya están tomadas, es el momento de actuar; salimos al patio y elegimos el arenero del patio de los mayores. Cogemos todos los instrumentos que vamos a necesitar y comenzamos cavando; las decisiones vuelven a cambiar sobre la marcha. En lugar de un agujero, decidimos hacer varios; los niños se van agrupando como quieren, uniéndose a aquellos compañeros con ideas similares a las suyas. Trabajan en equipo, y el arenero se convierte en un lugar donde todos buscan el mismo objetivo, pero cada uno lo hace a su manera.
Una vez hechos los agujeros, vemos que hay de diferentes tamaños, pero acordamos que todos nos sirven; toca llenarlos de agua, y cada niño y niña va al cuarto de baño con la herramienta que ha tenido para cavar. Intentamos transportar agua, pero vamos siendo conscientes de que no todos los útiles nos sirven; lo hacemos despacio, con cuidado, pero el agua se nos derrama.
Con la que conseguimos llevar al arenero, llenamos un agujero; el agua desaparece en segundo, y cuando Ainhoa se mete dentro para mojar sus botas y poder crear huellas, no lo consigue. "La arena se bebe el agua. No nos sirve".

LO CONSTRUÍMOS. on PhotoPeach
LO CONSTRUIMOS II. on PhotoPeach
 Ante este nuevo percance, se nos ocurre buscar "suelos blandos" donde poder cavar, pero que no sean arena; comenzamos buscando en nuestro entorno más cercano, queremos comprobarlo por nosotros mismos. Cuando no lo conseguimos, decidimos que entren en juego otras personas, quizás más capaces; visitamos el aula de la seño Mary y la del maestro Enrique. Escuchamos todas sus ideas, sus opiniones, se implican en nuestro problema. Los niños y niñas del maestro Enrique nos cuentan que ellos también construyeron un charco hace ya tiempo, y comparten con nosotros su experiencia, los textos que crearon en su momento, y nos abren la mirada al contarnos que se puede crear un charco en un suelo duro porque no hace falta cavar.

BUSCAMOS RESPUESTAS. on PhotoPeach BUSCAMOS RESPUESTAS II. on PhotoPeach Con toda la información, volvemos a nuestro espacio, a nuestra clase, y reflexionamos sobre todo lo que nos han contado; entonces, decidimos construir nuestra propia manera de hacerlo. Elegimos las pistas de los mayores y allí, usando como referencia todo lo que los niños de otras clases nos han contado, conseguimos crear un charco. Un charco que nos permite mojarnos las botas, plasmar nuestras huellas, experimentar, jugar, disfrutar.
Después del momento de actividad, reflexionamos y nos damos cuenta de que el charco que hemos hecho es grande, "plano", pero no es redondo; el agua se nos ha escapado entre nosotros, y se ha ido por donde ha querido. Da igual que ya hayamos esperado con las piernas abiertas o cerradas; ha huido igual y la forma resultante ha sido creada al azar, sin que nosotros pudiésemos intervenir. Pero, ¿podemos?, ¿o quizás no?...
Nuestras dudas, compartidas con otras personas que sentimos cercanas; la escucha de otras experiencias que enriquecen las nuestras; la implicación de toda una comunidad en algo que nace en nuestra clase; el valor de trabajar en equipo y saber que todos cuantos nos rodean dejan huella en nuestro camino.

No hay comentarios:

Publicar un comentario