Esta semana, el planteamiento era el siguiente: ¿qué sucede si metemos un huevo en un vaso lleno de agua?
Pronto, nos dimos cuenta de que sólo había dos opciones; que flotase o que se hundiese; llenamos el vaso de agua y al meter el huevo, éste se hundía. Pero, ¿cómo conseguir que el huevo flotase? No podíamos ponerle un flotador, ¡porque los huevos no tienen brazos, ni pies, ni manos, ni piernas! ¿Entonces?
Añadimos al agua dos sustancias que se parecen mucho, pero que no tienen nada que ver, sal y azúcar; con una de ellas, conseguimos que el huevo flotase y no se hundiese. Nosotros y nosotras ya lo hemos comprobado; ¿os animáis a repetirlo en casa y ver qué sucede?
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