jueves, 14 de mayo de 2015

EL TIEMPO QUE PASA....NUESTRA CÁPSULA DEL TIEMPO

Desde que en la clase se habla del tiempo como algo que se viene sucediendo desde siempre y que ha permitido que unos lleguen y otros se vayan, surgen conversaciones de lo más interesante; Ángeles, quiso compartir con los demás, unas monedas antiguas, de la época romana que nos llevaron a hablar de todo aquello que sucedió antes de llegar nosotros y que puede estar enterrado en el fondo del mar o debajo de la tierra. Miramos en Internet páginas donde se nos habla de yacimientos, de ruinas de excavaciones, y encontramos por casualidad, una página referida al descubrimiento de una cápsula del tiempo.
Comenzamos a investigar sobre qué es y para qué sirve y el entusiasmo y el interés comienzan a despertarse en todos nosotros, pensando en la idea de construir una. Sabemos que las cosas importantes no se pueden hacer a la ligera, sino que necesitan de un plan, como cuando quisimos construir una casa en el desierto. Es por eso, que buscamos y encontramos unos pasos a seguir si queremos conseguir nuestra propia cápsula del tiempo.
Lo primero de lo que hablamos es precisamente de eso, del tiempo; y para ello, tratamos de materializarlo utilizando el cronómetro. Sabemos que sirve para medir cuánto se tarda en hacer las cosas y contabilizamos acciones tan rutinarias como ponernos la chaqueta o ir al baño; apreciamos que hay momentos que duran más y otros que duran menos.¿Y cómo expresar eso? Buscamos la forma de reflejar en un papel la duración del tiempo, y encontramos una forma que a nosotros nos sirve, la línea recta horizontal; corta si es poco tiempo, y larga si es mucho tiempo.
Seguimos hablando de tiempo, y salen expresiones como minuto, hora o día; pero, ¿cuánto mide cada uno? Volvemos a usar el cronómetro y anotamos las acciones que nos da tiempo hacer en un minuto, una hora o un día; apreciamos así la diferencia que existe entre ellos.
Decidimos que queremos que nuestra cápsula del tiempo sea encontrada por otras personas, cuando se pase mucho tiempo. Pero, ¿cómo se llama el tiempo más grande?; una reflexión madura crea un silencio, incluso en mi como maestra, que no podría haberlo dicho mejor. El tiempo más largo es LA VIDA, esa que empieza cuando somos bebés y termina cuando somos viejecitos (no hablan de la muerte). En esta reflexión, seguimos viendo una concepción del tiempo egocéntrica, que no tiene en cuenta nuestros antepasados ni nuestros sucesores, sino simplemente nuestra propia vida.
La vida dura mucho y la representamos con una nueva línea recta horizontal, esta vez muy larga; y somos capaces de entender que en el transcurrir de esa línea, pasan muchas cosas. Conseguimos ubicarnos nosotros mismos, con nuestra edad, y ponemos otras referencias como cuando vayamos al instituto, a la universidad o al trabajo. Apreciamos que cuanto más tiempo pase, menos vida nos queda; surgen comentarios que ponen los vellos de punta, pues están siendo conscientes de que el tiempo que pasó, ya no volverá ("a tí te queda menos vida que a mí, porque yo tengo 4 y tú ya tienes 5 años)
Es por todo esto, que anotamos que queremos que nuestra cápsula sea encontrada al final de nuestra vida, cuando seamos viejecitos. Y se hace muy interesante apreciar cómo se ven ellos de mayores; usando una foto de ellos mismos y algunos rotuladores, consiguen envejecerse, cada uno a su forma. Se ven con gafas, con pelo de colores, con barba, con maquillaje, con bastón,...
Toca ahora, hablar de dónde esconderemos nuestra cápsula; conversando, llegamos a poner en palabras, ideas que tenemos en nuestra mente, y a poner en duda, ideas que habíamos tenido desde siempre. Si queremos esconder algo mucho tiempo, debemos taparlo, intentar que no se vea ni se note ("Anas en el teatro, vestido de fantasma, no se veía, pero sí se notaba que él estaba debajo de la sábana").  Surgen variedad de escondites, así que decidimos comprobarlo; siempre que hablamos de algo importante, es necesario actuar, ir haciendo conforme hablamos. Nos organizamos en 5 grupos y cada uno elige algo para esconder y un lugar para hacerlo; el resto de grupos, tienen que encontrarlo, y una vez que lo hacemos, analizamos cómo ha ido y qué fallos hemos tenido, intentando con ello, encontrar el mejor de los escondites.
Optamos por esconder nuestra cápsula del tiempo en un agujero hondo, profundo excavado en un suelo blandito; de eso ya sabemos, pues en 3 años, aprendimos a hacer agujeros para construir charcos. De entre todas las opciones que se nos ocurren, elegimos el campo como el lugar donde esconderemos nuestra cápsula.
Pero debe ser un recipiente que contenga cosas importantes, propias de nosotros, para que quien las encuentre en el futuro, sepa de nosotros y de cómo es nuestra vida. Después de mucho hablar, nos damos cuenta de que si queremos que nos conozcan, debemos incluir fotos, vídeos y nombres (nuestra imagen física y nuestro nombre nos definen y nos hacen únicos), así como dibujos, libros, comida, juguetes y algo propio de cada niño y niña, a elección personal.
La preparación de cada elemento será enriquecedora, dará pie a otras conversaciones y nos cargará de nuevas experiencias. Y al final, conseguiremos construir algo que nos definirá como grupo, pero también como pesonas individuales y únicas.
Somos los ancestros de los que llegarán después y aquí está ya, el interés que tenemos por dejar huella, por hacernos visibles en un mundo que cada vez nos interesa más. LA CÁPSULA DEL TIEMPO on PhotoPeach

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