sábado, 23 de noviembre de 2013

UN CASTILLO A NUESTRA MEDIDA.

Antes de comenzar a leer nuestro cuento, estamos haciendo hipótesis sobre cómo creemos que será la historia que estamos a punto de conocer; echando un vistazo al libro por fuera, nos hemos fijado en la portada, en la contraportada y en el lomo, y por todos los datos que ahora tenemos, ya hemos comenzado a imaginar. Lo cierto, es que este proceso previo a la lectura es igual de importante que la lectura en sí, pues nos estamos acercando al cuento con ilusión, con expectativas y las ganas de conocer su historia, son cada vez mayores.
En este primer vistazo, encontramos pistas que nos permiten imaginar cómo será el título:

  • Ángel Montaño: se llama "Monstruos".
  • Blanca: se llama "La corona de la mujer que se le ha caído, que la llevaba puesta".
  • Carmen: se llama "El monstruo de la corona".
  • Ángela: se llama "El cuento de zombi"
  • Alberto: se llama "Una corona".
  • Ángel Minuesa: se llama "El monstruo"
Conversando, descubrimos que el cuento se titula igual que el nombre de su protagonista, y tras un juego de mímica, por fin descubrimos que su nombre es "Blancanieves".
Ya en la primera carta que recibimos cuando encontramos el cuento, descubrimos que la protagonista vivía en un castillo, y ahora, nos preguntamos cómo será: grande o pequeño, luminoso u oscuro, lleno o vacío,..
El caso es que hemos decidido inventar el castillo que a nosotros nos gustaría que tuviese Blancanieves, un castillo lleno de todo eso que para todos es importante para vivir. Comenzamos con decisiones sobre su exterior: queremos un castillo grande, con muchas torres, con una puerta, ventanas y una bandera en la parte más alta.
Y con respecto a su interior, cada uno decidimos qué queremos que tenga, siendo muchas las propuestas: un espejo, una alfombra, un monstruo, un cuento, un mono, unos calcetines, una radio, juguetes, una tele, una cama, una silla, pintura para pintarse, una mesa, una abeja, comida, una avispa, un vaso para beber agua, un grifo de agua, un frigorífico, una botella de fanta.
Cuando todas las decisiones están tomadas, ahora tenemos que materializar nuestra idea del castillo; sobre papel, vamos dibujándolo, encontrando dificultades a la hora de plasmar en dibujo lo que tan claro tenemos en nuestra mente. Nos ayudamos unos a otros, y cuando ya lo tenemos listo, vamos colocando los diferentes objetos que queremos que haya; surge entonces una conversación muy interesante, donde debemos justificar dónde poner cada cosa. Echamos mano de nuestras experiencias, recordando dónde ponemos cada cosa en nuestra casa, lo que nos hace darnos cuenta de que cada casa es diferente ("en mi casa, el espejo está abajo"); reflexionamos sobre qué se hace necesario para que el dibujo exprese lo que queremos decir ("hay que dibujar un suelo para que no parezca que la cama está volando", "ponemos el espejo pegado en la pared para que parezca que está colgado", "si la avispa está cerca del monstruo es porque los dos son amigos", "hay que dibujar una mesa para poner encima el cuento, y un armario para poner un cajón donde meter los calcetines"). Esto hace que, sobre la marcha, tengamos que dibujar aquellos "extras" que vamos necesitando y con los que no contamos al principio.
Y finalmente, terminamos el mural de nuestro castillo, que es nuestra interpretación de un lugar que conocemos, sobre todo a través de los cuentos, pero que sin darnos cuenta, hemos acercado a lo que conocemos de verdad, a nuestras casas, a nuestras vidas; ¡esa Blancanieves debe tener nuestras mismas necesidades!

UN CASTILLO A NUESTRA MEDIDA. on PhotoPeach

1 comentario: